Cada año se producen en el mundo más de 400 millones de toneladas de plástico; un tercio de ese plástico se utiliza una sola vez.
Cada día, se vierte a nuestros océanos, ríos y lagos una cantidad de plástico equivalente a la carga de más de 2.000 camiones de basura.
Las consecuencias son catastróficas.
Los microplásticos se introducen en los alimentos que comemos, el agua que bebemos y el aire que respiramos.
El plástico se obtiene a partir de combustibles fósiles. Cuanto más plástico producimos, más combustible fósil quemamos y más agravamos la crisis climática.
Pero podemos encontrar soluciones.
El año pasado, la comunidad mundial empezó a negociar un acuerdo jurídicamente vinculante que ponga fin a la contaminación por plásticos.
Es un primer paso prometedor, pero necesitamos la colaboración de todos.
En un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente se indica que podríamos reducir la contaminación por plásticos en un 80% para 2040 si adoptáramos medidas inmediatas de reutilización, reciclaje, reorientación y diversificación a fin de abandonar el uso de plásticos.
Debemos trabajar de forma mancomunada -gobiernos, empresas y consumidores por igual- para acabar con nuestra adicción a los plásticos, defender la política de cero desechos y construir una economía verdaderamente circular.
Juntos, forjemos un futuro más limpio, saludable y sostenible para todos.