Cada año se generan más de 2.000 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos, de los que el 33% no se gestiona adecuadamente en instalaciones controladas. Cada minuto se vierte al océano una cantidad de plástico equivalente a la carga de un camión de basura.
Mientras eso sucede, la contaminación y los productos químicos envenenan el agua, el aire y el suelo. Y un asombroso 10% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero tiene su origen en el cultivo, almacenamiento y transporte de alimentos que nunca llegan a consumirse.
Tenemos que dejar de llenar de basura nuestro único hogar y declarar la guerra a los desechos.
Hay que conseguir que quienes generan residuos diseñen productos para los que no se necesiten tantos recursos y materiales, y también que controlen los residuos en todos los ciclos de producción y prolonguen la vida útil de los productos que venden.
Tenemos que invertir a gran escala en sistemas modernos de gestión de desechos y en políticas que alienten a las personas a reutilizar y reciclar todo tipo de productos, desde botellas de plástico hasta aparatos electrónicos anticuados.
Y, en cuanto consumidores, todos tenemos que preguntarnos de dónde proceden y qué impacto tienen los bienes y productos que compramos, y plantearnos la posibilidad de reutilizar y reciclar aquello que podamos siempre que podamos.
Es hora de limpiar nuestro mundo y de avanzar hacia economías circulares de cero desechos, por el bien tanto de las personas como del planeta.