La violencia contra las mujeres constituye una horrenda violación de los derechos humanos, una crisis de salud pública y un enorme obstáculo al desarrollo sostenible.
Es persistente y generalizada y está empeorando.
Adopta muchas formas, desde el acoso y el abuso sexuales al feminicidio, pero todas son consecuencia de la injusticia estructural cimentada en milenios de patriarcado.
Seguimos viviendo en una cultura dominada por los hombres que deja a las mujeres en una situación de vulnerabilidad al negarles la igualdad de derechos y de dignidad.
Y el precio lo pagamos todos: con menos paz en nuestras sociedades, menos prosperidad económica y menos justicia en el mundo.
Pero el mundo puede ser distinto.
El lema de este año de la campaña ÚNETE (“Invierte para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas”) nos insta a todos a actuar.
Respaldemos leyes y políticas integrales que refuercen la protección de los derechos de las mujeres en todos los ámbitos.
Redoblemos las inversiones en prevención y el apoyo a las organizaciones de derechos de las mujeres.
Escuchemos a las supervivientes y pongamos fin en todas partes a la impunidad de quienes cometen esos actos de violencia.
Apoyemos a las activistas y fomentemos el liderazgo de las mujeres en todas las etapas de los procesos decisorios.
Demos un paso al frente y alcemos la voz, juntos. Construyamos un mundo que se niegue a tolerar la violencia contra las mujeres, sin importar dónde ni cómo se produzca, de una vez y para siempre.