25 de noviembre de 2020. La violencia contra las mujeres y las niñas constituye un reto para los derechos humanos en todo el mundo. La pandemia de COVID-19 ha puesto aún más en evidencia que la cuestión es una emergencia mundial y que exige medidas urgentes de todas las personas, a todos los niveles y en todos los ámbitos. Las secuelas sociales y económicas de la pandemia están sumiendo a las mujeres y las niñas en la pobreza de manera desproporcionada y el riesgo de que sean objeto de violencia va en aumento.
En abril de este año insté a la comunidad internacional a trabajar para poner fin a la pandemia oculta de la violencia de género de una vez por todas: hoy deseo reiterar y renovar ese llamamiento.
La comunidad mundial necesita escuchar la voz y las experiencias de las mujeres y las niñas y tener en cuenta sus necesidades, especialmente las de las supervivientes y las de aquellas que afrontan formas múltiples e interseccionales de discriminación. También hay que dar prioridad al liderazgo de las mujeres en la búsqueda de soluciones y que involucrar a los hombres en la lucha.
Las medidas deben incluir una financiación previsible y flexible para las organizaciones en pro de los derechos de las mujeres, que tan a menudo son las primeras en responder en situaciones de crisis. Es fundamental que los servicios destinados a las supervivientes de la violencia se mantengan abiertos y debidamente dotados de recursos, y que estén implantadas las medidas adecuadas para apoyar las respuestas sanitarias, sociales y en materia de justicia.
Las medidas no solo deben centrarse en intervenir una vez que se produce la violencia contra la mujer, sino que, en primer lugar, deben tratar de prevenirla, entre otras cosas, haciendo frente a las normas sociales y los desequilibrios de poder, y los sistemas policiales y judiciales deben exigir más responsabilidades a los autores de estos hechos y poner fin a la impunidad.
En este día internacional, redoblemos nuestros esfuerzos por erradicar para siempre la violencia de género.