La mutilación genital femenina es una terrible violación de los derechos humanos que afecta a la salud y el bienestar de millones de mujeres y niñas en todo el mundo.
Lamentablemente, la pandemia de COVID-19 ha aumentado el número de niñas que corren el riesgo de sufrir esa práctica atroz. Los confinamientos y los cierres de las escuelas han dejado a las niñas muy expuestas a todo tipo de perjuicios y obstaculizado los esfuerzos para acabar con las prácticas nocivas, incluida la mutilación genital femenina.
Si no se toman medidas urgentes, de aquí a 2030 dos millones más de niñas podrían correr el riesgo de sufrir mutilación genital femenina, además de los cuatro millones de niñas que ya corren ese riesgo cada año.
Insto a todos los Gobiernos, las personas encargadas de formular políticas, las organizaciones de la sociedad civil y otras personas y entidades a que den prioridad a combatir la mutilación genital femenina en su respuesta nacional a la COVID-19. La mutilación genital femenina constituye tanto una forma de violencia de género como un problema de protección infantil.
Si queremos cumplir nuestra meta mundial de eliminar la mutilación genital femenina para 2030, debemos multiplicar por diez el ritmo de los avances. Para ello, en la próxima década se necesitarán alrededor de 2.400 millones de dólares. No obstante, el precio de no actuar es mucho mayor. Es fundamental poner fin a la mutilación genital femenina para acabar con todos los tipos de violencia que se cometen contra las mujeres y las niñas y lograr la igualdad de género.
En el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, alzamos nuestras voces para decir: “¡Ya basta!”.
No hay tiempo que perder: UNÁMONOS, APORTEMOS FONDOS y ACTUEMOS para poner fin a la mutilación genital femenina para 2030.