Este año, el Día Internacional de la Paz llega en un momento crítico para la humanidad.
La COVID-19 ha trastornado completamente nuestro mundo.
Los conflictos se están volviendo incontrolables.
La emergencia climática empeora.
La desigualdad y la pobreza se agudizan.
Y la desconfianza y la división alejan a las personas cuando la solidaridad y la colaboración son más necesarias que nunca.
Como familia humana, estamos frente a una clara disyuntiva:
la paz o el peligro perpetuo.
Debemos elegir la paz.
Por eso pido hoy un alto el fuego de 24 horas.
Si trabajamos día a día de manera solidaria por una paz duradera y sostenible, podremos afrontar los problemas que tengamos por delante.
Necesitamos la paz para poder suministrar con urgencia las vacunas y el tratamiento contra la COVID-19 y así salvar vidas.
Necesitamos la paz para recuperarnos de la pandemia y reconstruir sistemas destruidos y vidas destrozadas.
Necesitamos la paz para establecer condiciones equitativas y reducir las desigualdades.
Necesitamos la paz para renovar la confianza en los demás y la fe en los hechos y la ciencia.
Tenemos que hacer las paces con la naturaleza para sanar nuestro planeta, construir una economía verde y alcanzar nuestro objetivo de lograr emisiones netas cero.
La paz no es un sueño de ingenuos.
Es una luz en la oscuridad que nos guía por el único camino que conduce a un futuro mejor para la humanidad.
Avancemos por el camino de la paz como si estuviera en juego nuestra vida.
Porque así es.
Muchas gracias.