En este Día Mundial del Sida, centramos la atención en las desigualdades que impulsan el VIH y el sida.
Todavía es posible acabar con la epidemia para 2030, pero ello exigirá intensificar la acción y acrecentar la solidaridad.
Recientemente, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó un nuevo y ambicioso plan para acelerar el progreso, que incluye nuevas metas para 2025.
Para vencer al sida, y para crear resiliencia contra las pandemias del futuro, necesitamos acción colectiva.
Ello implica aprovechar el liderazgo de las comunidades para impulsar el cambio, combatir el estigma y eliminar las leyes, políticas y prácticas discriminatorias y punitivas.
También debemos desmantelar las barreras financieras a la atención sanitaria y aumentar la inversión en servicios públicos vitales para lograr la Cobertura Sanitaria Universal para todas las personas, en todas partes.
Así quedará garantizada la igualdad de acceso a la prevención, las pruebas, el tratamiento y la atención del VIH, incluidas las vacunas y los servicios relacionados con la COVID-19.
Mancomunadamente, volvamos a comprometernos a acabar con las desigualdades y con el sida