La salud mental es vital para la humanidad, ya que nos permite llevar una vida plena y contribuir de lleno a nuestras comunidades.
Sin embargo, una de cada ocho personas en todo el mundo tiene problemas de salud mental, y las mujeres y los jóvenes de ambos sexos se ven afectados de forma desproporcionada. Tres de cada cuatro personas afectadas reciben un tratamiento inadecuado o no reciben tratamiento. Y muchos se enfrentan al estigma y la discriminación.
La salud mental no es un privilegio, sino un derecho humano fundamental, y debe incluirse en la cobertura sanitaria universal. Los Gobiernos deben defender los derechos de las personas con problemas de salud mental y ofrecer los cuidados necesarios para su recuperación. Esto incluye reforzar el apoyo comunitario e integrar la ayuda psicológica en el conjunto de la atención sanitaria y social.
También debemos hacer frente a los abusos y derribar las barreras que impiden a las personas buscar ayuda. Y debemos abordar las causas profundas —pobreza, desigualdad, violencia y discriminación— y crear sociedades más solidarias y resilientes.
En el Día Mundial de la Salud Mental y todos los días, reafirmemos y defendamos la salud mental como un derecho humano universal y, juntos, construyamos un mundo más saludable en el que todos puedan prosperar.