En el este profundo de la ciudad, como parte de lo que se conoce como la “Gran Caracas”, está la popular comunidad de Petare, una de las localidades más pobladas del país, donde en los años 80’s y 90’s se asentaron muchos refugiados y migrantes colombianos.
En “El Tanque”, una de las localidades emblemáticas de Petare, vive Kismayu Gutiérrez (37), junto a sus ocho hijos de 19, 17, 16, 14, 10, 7, 5 y 3 años. Kismayu es madre soltera y cabeza de hogar. Durante más de nueve años, se ganaba la vida trabajando como empleada doméstica y vendiendo dulces y prendas de vestir en su comunidad. Pese a desempeñar varias actividades, sus ingresos eran demasiado bajos como para mantener a su numerosa familia. En 2018, decide partir junto a tres de sus hijos a la ciudad costera de Cartagena de Indias en Colombia en busca de oportunidades de trabajo que le garantizaran un mayor ingreso para mantenerse junto a sus hijos en Colombia y enviar dinero a sus hijos que permanecían en Venezuela.
Pese a los múltiples intentos de encontrar un empleo formal, Kismayu solo logró encontrar unas pocas horas de limpieza en la casa de una señora que conocían su mamá y sus hermanas, quienes habían migrado a Colombia un par de años antes:
“Allá la cosa es más dura, hay que pagar que si el alquiler (que es muy caro) y los servicios también. Aquí es otra cosa. Por más que sea, yo aquí no pago alquiler. Yo intenté buscar trabajo en otras casas de familia y no encontré. Así que, cuando yo me vi que la cosa no me daba para ayudar a mis hijos acá en Venezuela, yo agarré y me vine. Ya la distancia con mis hijos era dura. Yo no me adapté y cuando llegué aquí a mi comunidad a reencontrarme con mis hijos, yo sentí un respiro bien sabroso”.
Kismayu retornó a Venezuela a principios de 2020, justo ante de que se declarara la emergencia por COVID-19 en el país. Actualmente, se encuentra trabajando en lo que le apasiona: la cocina. Forma parte del equipo de cocineros de un conocido restaurante de comida marroquí en el sureste de Caracas. Está muy orgullosa de haber aprendido a preparar platos propios de la gastronomía marroquí y siente la satisfacción de estar generando un ingreso que es suficiente para cubrir sus necesidades básicas.
Asimismo, tiene la tranquilidad de saber que todos sus hijos en edad escolar asisten al colegio. Dos de ellos, Sara* y Pedro* de 14 y 5 años, respectivamente, son alumnos de la escuela Francisco Espejo ubicada en Barrio Bolívar, Petare. Este centro educativo fue rehabilitado por ACNUR, en conjunto con su socio Fundación Vivienda Popular, en el año 2020. Las mejoras realizadas contribuyeron a que la matrícula de esta institución, que, actualmente alberga a una población estudiantil de más de 500 estudiantes, entre ellos, hijos e hijas de refugiados, población local y niños y niñas que retornaron al país, aumentara en un 30%.
Asimismo, Ana* (3), la menor de sus hijas asiste al Centro Comunitario “El Colibrí” ubicado en la comunidad de Antonio José de Sucre, también en Petare. Este centro fue rehabilitado por ACNUR y es administrado por su socio, la Fundación Luz y Vida. En él funciona el “Aula Comunitaria de Nivelación”, un espacio donde niños y niñas que se encuentran fuera del sistema escolar formal, reciben clases sobre áreas fundamentales del conocimiento que los prepara para su reinserción en el sistema educativo nacional, una herramienta indispensable para los niños y niñas que retornan al país y que han vivido períodos prolongados de ausentismo escolar.
Por otra parte, en este centro se desarrollan actividades recreativas, culturales y de formación que fomentan la integración de las personas en la comunidad. Entre las actividades de integración destaca, el “Programa de Coexistencia Pacífica” para niños, niñas y adolescentes, donde se trabaja el respeto, la empatía y la solidaridad con el fin de que las personas que retornaron a Venezuela puedan reintegrarse de una manera efectiva a sus comunidades. También se ofrecen servicios de atención psicosocial para los niños y niñas retornados y sus familias, abordando su proceso de reintegración de una manera integral.
El aula comunitaria de nivelación y el programa de coexistencia pacífica en El Colibrí, Petare, son algunas de las acciones que ACNUR Venezuela desarrolla en el país, con el fin de brindar a las personas que retornan a Venezuela servicios y oportunidades que les permitan reintegrarse a sus comunidades y empezar una nueva vida de regreso a su país.
ACNUR seguirá trabajando para promover la coexistencia pacífica y la integración entre las personas refugiadas, la población local y las personas que regresan a Venezuela.