Sin embargo, la labor de protección que realizan supone una contribución mucho mayor en términos proporcionales a nuestra comunidad mundial.
Son custodios de conocimientos y tradiciones que ayudan a salvaguardar algunas de las zonas con mayor diversidad biológica de nuestro planeta.
Porque son guardianes del medio ambiente, su supervivencia es nuestra supervivencia.
Su modo de vida único da testimonio de la rica diversidad que compone la humanidad.
Sin embargo, también se enfrentan a graves desafíos que amenazan su existencia misma.
Los Pueblos Indígenas suelen ser víctimas de amenazas y violencia.
Los sectores extractivos y productivos, como la minería, la agricultura y el transporte, han acelerado la deforestación y la degradación del suelo.
Sus tierras ancestrales y los recursos naturales de los que dependen para sobrevivir están bajo asedio.
Y su derecho a la libre determinación y la libertad de acción, consagrados en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, aún no se ha hecho realidad.
El tema de este año nos recuerda su derecho a protegerse de los contactos no deseados: contactos que puede tener efectos devastadores, como la exposición a enfermedades infecciosas, la asimilación forzosa y la alteración de su cultura, su idioma y sus medios de subsistencia.
Hoy y todos los días, el mundo debe respaldar el derecho de los Pueblos Indígenas a trazar su propio futuro.
Juntos, salvaguardemos su derecho a vivir en paz y dignidad.