Desde 1945, ha sido el lugar por excelencia desde el que los países, unidos, han buscado soluciones globales a problemas globales.
Soluciones que calman las tensiones, tienden puentes y forjan la paz.
Soluciones para erradicar la pobreza, impulsar el desarrollo sostenible y defender a los más vulnerables.
Soluciones que prestan ayuda vital a quienes atraviesan situaciones de conflicto y violencia, dificultades económicas y catástrofes climáticas.
Soluciones que igualan la balanza de la justicia y la igualdad para mujeres y niñas.
Soluciones que abordan cuestiones inimaginables en 1945, tales como el cambio climático, la tecnología digital, la inteligencia artificial y el espacio ultraterrestre.
En septiembre, la Asamblea General adoptó el Pacto para el Futuro, el Pacto Digital Global y la Declaración sobre las Generaciones Futuras.
Todos estos importantes acuerdos ayudarán a que el sistema de las Naciones Unidas se adapte, reforme y rejuvenezca, de modo que pueda estar a la altura de los cambios y los retos que nos rodean y ofrecer soluciones para todos.
No obstante, nuestro trabajo siempre estará anclado en los valores y los principios atemporales de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, así como en la dignidad y los derechos humanos de todas las personas.
La esperanza no basta en el turbulento mundo de hoy.
La esperanza necesita de una acción decidida y de soluciones multilaterales para la paz, el progreso compartido y un planeta próspero.
La esperanza necesita que todos los países trabajen al unísono.
La esperanza necesita de las Naciones Unidas.
En el Día de las Naciones Unidas, exhorto a todos los países a que no dejen que se extingan la luz de este faro, guía del mundo, y sus ideales.