La pobreza es una plaga global que afecta a cientos de millones de personas de todo el mundo.
Pero la pobreza no es inevitable. Es el resultado directo de las decisiones que toman —o dejan de tomar— las sociedades y los gobiernos.
El tema de este año nos recuerda que las personas sumidas en la pobreza se enfrentan a la discriminación social y a barreras sistémicas que dificultan su acceso a servicios y ayudas vitales.
Para acabar con la pobreza mundial, y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los gobiernos deberán diseñar sus instituciones y sistemas de modo que pongan a las personas por encima de todo.
Es preciso dar prioridad a las inversiones en trabajo decente, oportunidades de aprendizaje y mecanismos de protección social que ofrezcan medios para salir de la pobreza.
Además, se nos insta a que apliquemos plenamente el nuevo Pacto para el Futuro apoyando un plan de estímulo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible y reformando la arquitectura financiera mundial a fin de ayudar a los países en desarrollo a invertir en su pueblo.
La erradicación de la pobreza es un instrumento fundamental para alcanzar unas sociedades humanas y dignas que no dejen a nadie atrás.
En este día tan importante, volvamos a comprometernos a hacer que la pobreza pase a la historia.