Las guerras están causando un dolor, un sufrimiento y una cantidad de desplazamientos ingentes.
Las desigualdades y las divisiones son omnipresentes, y agudizan las tensiones y la desconfianza.
Además, ya llevamos oficialmente una década soportando un calor mortífero.
Los 10 años más calurosos de la historia han sido los últimos 10 años, incluido 2024.
Estamos presenciando el colapso climático en tiempo real.
Este camino está abocado a la ruina y hemos de abandonarlo lo antes posible.
En 2025 los países deben encaminar al planeta hacia perspectivas más seguras reduciendo drásticamente las emisiones y apoyando la transición a un futuro renovable.
Es indispensable que lo hagan, y no es imposible.
He sido testigo de cambios impulsados por la esperanza incluso en los días más oscuros.
Veo esperanza en los activistas, tanto jóvenes como mayores, que alzan su voz en aras del progreso.
Veo esperanza en los héroes humanitarios que superan enormes obstáculos para ayudar a las personas más vulnerables.
Veo esperanza en los países en desarrollo que luchan por la justicia financiera y climática.
Veo esperanza en los científicos e innovadores que abren nuevos caminos en beneficio de la humanidad.
Y vi esperanza en septiembre, cuando los líderes del mundo se reunieron para aprobar el Pacto para el Futuro.
El Pacto es un nuevo impulso para consolidar la paz mediante el desarme y la prevención.
Para reformar el sistema financiero mundial a fin de que favorezca y represente a todos los países.
Para promover más oportunidades para las mujeres y la juventud.
Para fijar unas salvaguardias a fin de que la tecnología dé preferencia a las personas sobre los ingresos y a los derechos sobre los algoritmos descontrolados.
Y para lograr la adhesión constante a los valores y principios consagrados por los derechos humanos, el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas.
No sabemos qué va a pasar en 2025.
Pero prometo apoyar a quienes están trabajando para forjar un futuro más pacífico, equitativo, estable y saludable para todas las personas.
Mano con mano podemos hacer que 2025 sea un nuevo comienzo.
No como un planeta dividido.
Sino como naciones unidas.